“El territorio no está en venta – Usme 2011” es un proceso
de reflexión e investigación, que lleva 7 meses, con habitantes, pensadores y
líderes comunitarios de la zona rural de Usme, un proceso que continúa durante
su exhibición en la sala de exposiciones de la Alianza Francesa.
A partir de la expedición del Decreto 619 de 2000, más
conocido como el POT, que declaró como zonas de expansión urbana sus tierras de
cultivo y vivienda, los campesinos de Usme se han visto abocados a defender su
lugar y, en esta larga lucha, de 11 años ya, han sacado a la luz un claro
pensamiento sobre las múltiples formas de desplazamiento, sobre la viabilidad
de los actuales megaproyectos y, más aún, sobre el conflicto entre lo rural y
lo urbano, un conflicto central en Latinoamérica desde la Conquista: el
conflicto entre la norma y la tierra, la norma que viene de la Metrópolis, y la
tierra que debe someterse a ella. Y es, así, por este espinoso camino, que discuten
una palabra central en el quehacer del arte: “territorio”.
A los planes de expansión urbana, los campesinos opusieron
la “Propuesta comunitaria de las veredas El Uval y La Requilina”, documento presentado
a las autoridades desde el 2006, y al que el Distrito respondería, en 2007, con
un Decreto que daba vía libre al megaproyecto y, finalmente, con un Decreto de
Expropiación de sus tierras, en 2009. La toma pacífica de la carretera, en
febrero de 2011, impediría que estos decretos se hicieran “realidad” y
obligaría al Distrito dialogar sobre la propuesta comunitaria. Algo que no
había logrado ni siquiera el hallazgo arqueológico de la Hacienda El Carmen, de
2007, pues el Distrito consideró que aún y con uno de los más extensos
hallazgos de Latinoamérica, era posible seguir construyendo (dejando un
parque-museo en el centro de la urbanización, con parte de lo que sobrevivió a
las retroexcavadoras que penetraron en él)... un hallazgo de retroexcavadoras y
no de arqueólogos que inevitablemente lleva a la pregunta: ¿qué tanto se había
estudiado este lugar cuando se puso en marcha la construcción de 53.000
viviendas?
Es a este escenario, de discusión y visibilidad, de mesas de
concertación y actividad política, que llego como artista. La reflexión sobre
el territorio, o la reflexión sobre la norma, no es aquí una consideración
distanciada, pausada o aguda, es de necesidad, de supervivencia. Es una
reflexión que se da en la marcha, en las salidas a la carretera, en la angustia
de la expropiación, en la construcción de viveros para demostrar que Usme sí es
posible, en los desacuerdos, en la presión del último decreto que, se ha
sabido, está por firmarse. Y no por esto no hay tiempo para el pensamiento, al
contrario, precisamente este pensamiento se construye en la urgencia, y es por
eso mismo, inevitable, profundo, real, construido en la realidad y el problema.
6 decretos han caído, con todo el peso de la ley, desde el
2000 hasta el 2010, sobre este lugar y sus tradicionales habitantes, 6 decretos
que se amparan en otros y otros y otros más antiguos, desplazándose hacia el
pasado; 6 decretos de los que se desprenden estudios académicos, folletos
coloridos y convocatorias de construcción, que proyectan un futuro: todos
textos que, al caer, forman un cúmulo de papel cuyo peso y realidad baja la
norma del mundo de las ideas y la pone a discutir como materia, es decir, de
igual a igual, con los otros: con la tierra, con las plantas, con las piedras y
con las palabras argumentadas de los habitantes del sector.
Este espacio de exposición es entonces una extensión de la
mesa de concertación que lograron los campesinos, los líderes comunitarios y
los pensadores de Usme, es la celebración de este duro logro y es la mesa de
concertación abierta a los habitantes de Bogotá, para pensar el territorio desde el diálogo en igualdad, la
investigación y la escucha comprometida con el otro.