Alianza Francesa, sede centro Bogotá, 20 de septiembre a 22 octubre 2011

Con los papeles que legalizaban su derecho sobre estas tierras, con los planos de la nueva ciudad medidos y firmados, con el poder de los decretos y las máquinas, teniendo todo metro a metro calculado, llegaron a abrir las rutas, medir las cuadras, disponer los parques: y se encontraron con tierra sembrada, pero bastaba removerla para fijar los cimientos, así lo hicieron, y se encontraron con las tumbas de los indios y sus piedras pintadas, bastaba quitarlas del camino, y así lo hicieron, entonces se encontraron con gente que salía a la ruta e impedía la avanzada. EL TERRITORIO NO ESTÁ EN VENTA-Usme 2011. ALIANZA FRANCESA, SEDE CENTRO, BOGOTÁ, Ciclo Nuevas propuestas. 20 SEPTIEMBRE a 22 OCTUBRE 2011.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Para el comunicado de prensa



“El territorio no está en venta – Usme 2011” es un proceso de reflexión e investigación, que lleva 7 meses, con habitantes, pensadores y líderes comunitarios de la zona rural de Usme, un proceso que continúa durante su exhibición en la sala de exposiciones de la Alianza Francesa.

A partir de la expedición del Decreto 619 de 2000, más conocido como el POT, que declaró como zonas de expansión urbana sus tierras de cultivo y vivienda, los campesinos de Usme se han visto abocados a defender su lugar y, en esta larga lucha, de 11 años ya, han sacado a la luz un claro pensamiento sobre las múltiples formas de desplazamiento, sobre la viabilidad de los actuales megaproyectos y, más aún, sobre el conflicto entre lo rural y lo urbano, un conflicto central en Latinoamérica desde la Conquista: el conflicto entre la norma y la tierra, la norma que viene de la Metrópolis, y la tierra que debe someterse a ella. Y es, así, por este espinoso camino, que discuten una palabra central en el quehacer del arte: “territorio”.

A los planes de expansión urbana, los campesinos opusieron la “Propuesta comunitaria de las veredas El Uval y La Requilina”, documento presentado a las autoridades desde el 2006, y al que el Distrito respondería, en 2007, con un Decreto que daba vía libre al megaproyecto y, finalmente, con un Decreto de Expropiación de sus tierras, en 2009. La toma pacífica de la carretera, en febrero de 2011, impediría que estos decretos se hicieran “realidad” y obligaría al Distrito dialogar sobre la propuesta comunitaria. Algo que no había logrado ni siquiera el hallazgo arqueológico de la Hacienda El Carmen, de 2007, pues el Distrito consideró que aún y con uno de los más extensos hallazgos de Latinoamérica, era posible seguir construyendo (dejando un parque-museo en el centro de la urbanización, con parte de lo que sobrevivió a las retroexcavadoras que penetraron en él)... un hallazgo de retroexcavadoras y no de arqueólogos que inevitablemente lleva a la pregunta: ¿qué tanto se había estudiado este lugar cuando se puso en marcha la construcción de 53.000 viviendas?

Es a este escenario, de discusión y visibilidad, de mesas de concertación y actividad política, que llego como artista. La reflexión sobre el territorio, o la reflexión sobre la norma, no es aquí una consideración distanciada, pausada o aguda, es de necesidad, de supervivencia. Es una reflexión que se da en la marcha, en las salidas a la carretera, en la angustia de la expropiación, en la construcción de viveros para demostrar que Usme sí es posible, en los desacuerdos, en la presión del último decreto que, se ha sabido, está por firmarse. Y no por esto no hay tiempo para el pensamiento, al contrario, precisamente este pensamiento se construye en la urgencia, y es por eso mismo, inevitable, profundo, real, construido en la realidad y el problema.

6 decretos han caído, con todo el peso de la ley, desde el 2000 hasta el 2010, sobre este lugar y sus tradicionales habitantes, 6 decretos que se amparan en otros y otros y otros más antiguos, desplazándose hacia el pasado; 6 decretos de los que se desprenden estudios académicos, folletos coloridos y convocatorias de construcción, que proyectan un futuro: todos textos que, al caer, forman un cúmulo de papel cuyo peso y realidad baja la norma del mundo de las ideas y la pone a discutir como materia, es decir, de igual a igual, con los otros: con la tierra, con las plantas, con las piedras y con las palabras argumentadas de los habitantes del sector.

Este espacio de exposición es entonces una extensión de la mesa de concertación que lograron los campesinos, los líderes comunitarios y los pensadores de Usme, es la celebración de este duro logro y es la mesa de concertación abierta a los habitantes de Bogotá, para pensar el territorio desde el diálogo en igualdad, la investigación y la escucha comprometida con el otro.